63886

No me da miedo pasar por debajo de una escalera, ni me preocupa abrir el paraguas en un lugar cerrado, coger el salero de otra mano o cruzarme con un gato negro por el camino...en mi habitación más de una vez dejo el bolso en el suelo y me parece muy práctico que me regalen unas tijeras, para cocina por ejemplo. Pero no sé qué pasa en navidad que siempre me sorprendo, porque de repente encuentro que tengo un poco de esperanza en ese papelito con cinco números y entre tantos números nunca sé cuál es el mejor...al final es todo de cabeza, porque por qué un número va a ser peor o mejor que otro, los números son números y ya está. Pues bien, éste era mi número: 63886.
-63886: "Me compraron por veinte euros, veinte le dijo la mujer dejándome en su mano y de ahí al bolsillo, la verdad que esperaba un lugar más seguro. Me presentó a las compañeras en el trabajo y de nuevo al bolsillo. Como uno más, al lado de un paquete de chicles, molestándome todo el rato unas llaves como si me conocieran de toda la vida, con más papeles estropeados, debe ser que llevaban allí más tiempo que yo. Quería salir, salir, sólo eso y cuando menos lo esperé, se metió la mano y sacó la cartera, entonces me pegué a ella y al salir, me dejé caer y tuve la suerte de caer en una papelera...sí, en una papelera por veinte euros. Grité; ¡Tú no crees en la suerte!, ¿qué quieres de mí?...y creo que me escuchó porque fui de nuevo al bolsillo."
- Yo: "¿y si me tocara?...creo que seguiría trabajando y ahorraría para una casa, seguramente gastaría y me permitiría cualquier capricho, pero sería a largo plazo, creo...[sonrío] no me va a tocar, ¿y por qué no?, ahora vengo que voy a comprar un número.
¡Hola! quiero este, el 63886, ¿veinte?, gracias. Miren chicas, éste es mi número...a ver si hay suerte."
En el ciber hay poca gente a principios de semana y me gusta ponerme en el mismo ordenador, Claudia lo sabe porque muchas veces me lo ofrece sin que se lo pida. Después de una hora y veinte minutos, de mirar el correo, blogs, poco más, lo que me apetece es irme a casa. Voy a pagar y cuando meto la mano en el bolsillo para sacar la cartera, algo salió, algo que era mío pero no me preocupé demasiado. Pagué la sesión de internet y al meter la cartera en el bolsillo me di cuenta de que no tenía el numerito, miré el suelo, miré la papelera y allí estaba, lo cogí y mientras lo metía en el bolsillo, pensé "un poquito de suerte no me vendría mal". El día 22 perdí un poco de esperanza y ahora la que me queda, la tengo reservada para el día 06 con su respectivo numerito al lado del otro.
- 63886: no ha tocado premio [te lo dije, tú no crees en la suerte]

Encuentro

Quiero que dure ese momento...ese en el que de repente me siento fuerte, porque sucede algo nuevo. Y sólo son segundos, no sé cuánto más necesito, pero ese en el que mis ojos son correspondidos y las miradas son cómplices acompañadas de una sonrisa más que educada, en mi interior explota un conjunto de sentimientos, con los que soy capaz de cualquier cosa y quiero saber más pero tengo que irme...me voy devolviendo la sonrisa, con ganas de volver hacia atrás para escuchar todo lo que quiero saber. Estaré por aquí y habrá una próxima vez.

Instinto animal


Mi humor está cambiando, lo noto. Ellos también lo saben, sé que lo saben. Algunos me miran, otros me ladran y otros me lamen, debe ser por el olor. No sé hasta cuándo seguiré como un lobo.

Con Apolo y Dafne


Mojé mis pies y descalza me agarré de su brazo para impulsarme, subí y sentí la tierra húmeda, esponjosa, fértil. Ella estaba muy guapa, él enamorado y yo entre ellos, transformada en una margarita esperando que alguien venga a deshojarme...¿qué hago con tanto amor?.

Prisa, lluvia y Navidad...


El frío por fin se ha decidido a entrar por cualquiera de las calles por las que ando con paso ligero y yo lo he recibido contenta, sonriente a pesar de alguna ráfaga que me despeina siempre un poco más, pero no importa, sentir el aire frío en las manos, en la cara y estar protegida contra él es algo que me encanta. De hecho me cambia bastante el humor. Caminando observé la carretera mojada, los edificios, el cielo gris, el ruido de los árboles...así iba esta mañana, alternando mis pasos por la acera para no tropezarme con ningún paraguas y al pasar junto a una farmacia, vi que el techo estaba decorado con luces. Entonces vino a mi mente un huracán de recuerdos relacionados con la navidad...


"...tal vez eran las seis o las siete de la tarde, ya estábamos todos en casa. El árbol estaba encendido y muy decorado, como nos gusta, de todos los colores y con muchas figuritas. Al lado de la puerta de la terraza por la que entraba un aire frío de invierno mezclado con olor de lluvia y tierra, ese chipi-chipi. Mamá hacía algo en la cocina, papá estaba en el taller, no logro recordar dónde y qué hacían exactamente Sandra (la mayor) y Alicia (la tercera mayor), pero sé que yo estaba con Igor (el pequeño) y Paco (mi mellizo).
Estábamos jugando con Iván (el segundo mayor) que salía de la ducha envuelto en su toalla para vestirse en el cuarto. Nosotros lo vimos pasar y empezamos a llamarlo "hilivan" (y este nombre tenía algo que ver con un muñeco de músculos espectaculares), él siguió como si no escuchara nada, pero recuerdo que de repente nos asustó a los tres, porque salió disparado del cuarto persiguiéndonos por toda la casa con la toalla en la espalda como si se tratara de una capa y él como si se hubiera convertido en un "hilivan" de verdad, nosotros empezamos a correr para escondernos, para ponernos a salvo y con el susto llegó el corre, corre, también las risas y con ellas los nervios y con estos el ruido hasta que escuchamos a Mamá:

- ¡niños, se acabó!.- Con ese tono que ella tenía, que permitía la fiesta pero hasta cierto punto.

Entonces como niños que éramos, no hacíamos tanto ruido pero la fiesta seguía y aquel "hiliván" se ponía serio, tendía su toalla y nos picaba el ojo.

Sí, tengo conciencia de estos recuerdos, de lo que representa cada uno de mis hermanos para mí en cada uno de ellos. Recuerdo cómo le enseñaba a Ali a preparar un café con leche en mi cocinita y como era mi cocinita yo mandaba, y le decía que primero se ponía el azúcar y luego el café y esa era nuestra discusión. Recuerdo ver a Sandra hacer una bota de punto de cruz y la curiosidad que nos hizo sentir por saber cuándo la acabaría para ponerla en la pared. Recuerdo enseñarle a Mamá cuál era el playmobil que quería y hablar con Paco e Igor de todos los regalos. Los días que ahora pasan volando, por aquellos años para mí eran larguísimos, no veía que llegara el día de Reyes para quitar la sábana que cubría todos los regalos sobre la mesa. El plan era levantarme a las seis, ir a buscar a Igor con mi linterna de madera que me hizo mi padre y ver todos los regalos. Con el paso del tiempo, era más difícil conseguir que se levantaran los tres chicos, hasta llegué a hacerles chantajes, yo les ponía el desayuno si se levantaban, ¡yo quería abrir todos mis regalos y por ellos cualquier cosa!."


Me sentí muy emotiva porque cuando me entretengo con tantos recuerdos y además muy buenos, siento un amor inmenso por cada uno de ellos. De repente miré el reloj y supe que llegaba tarde al trabajo diez minutos, entonces volví a mi paso ligero, seguí alternando cada uno de ellos para no tropezar con nadie, con el aire frío, las manos protegidas en los bolsillos de la chaqueta, el protector labial...y una sonrisa en la cara. Que poco falta para la Navidad.
pd: este post lo dedico con mucho Amor a mis hermanos.

Detalles en la cocina


Me gustan mucho los detalles y me he encontrado con curiosos detalles en el curso de cocina, del cual estoy aprendiendo mucho. Picar perejil por ejemplo, algo que parece tan sencillo y fácil, ¿verdad?, ¡pues no lo es! Es más, de una persona se sabe que usa bien o no el cuchillo cortando precisamente perejil, perejil picado, vamos a ello; 1) lavar bien el perejil. 2) secarlo bien con una servilleta de papel, esta parte es importante. 3) separar de las ramas todas las hojas, sólo las hojas. 4) amontonarlas hasta conseguir una bola compacta*. 5) empezar a cortar. 6) volver a amontonar lo que hemos cortado y cortar de nuevo, así hasta tener el perejil picado fino, muy fino. El cuchillo cebollero vale para cortar perejil y los que no lo manejamos bien, tan solo cortamos con una parte de este y lo que conseguimos muchas veces es aplastar el género que vamos a cortar. Se debe usar todo, desde la punta hasta el final y para ello apoyamos la punta en la tabla y deslizamos con suavidad pero con firmeza el cuchillo, subiendo y bajando pero siempre con la punta pegada a la tabla, avanzando sobre el género hasta acabar de cortarlo. Les aseguro que lleva su tiempo, así que con calma, paciencia y sobre todo cuidado*.


*pd: mucho cuidado que yo en un intento me corté media uña del dedo índice.
*pd: el truco está en lo compacta que hagamos la bola, cuanto más compacta, mejor se pica.

Con la izquierda


Cuando me abstraigo, disfruto mucho observando a las personas, porque hago un análisis sin desperdicio. Lo primero que miro son los ojos, tengo cierta debilidad por los ojos claros y además expresivos, digo y además porque hay ojos claros que a pesar de ser claros son poco expresivos, vacíos, fríos. Y no sé por qué razón miro a la otra persona hasta que ella se encuentre con mi mirada, entonces se produce un pequeño duelo en el que casi siempre gano, esta vez digo casi, porque existen unos ojos con los que siempre pierdo. Observo el cabello, si es rizado me detengo más porque lo comparo con el mío, entonces si es un hombre imagino el pelo de mi hijo si estuviera con él, si es una mujer la admiro y muchas veces sonrío porque está mejor peinada que yo, que casi siempre voy despeinada. Las manos, me dicen mucho unas manos, podría pasar un buen rato con una mano entre las mías mirándola y mimándola. Me encanta dormir agarrada a una mano. También observo los labios, porque no me gustan los labios gruesos, más bien normales. Y cuando llego a esa parte imagino el mejor beso. La voz es muy importante, me gustan las voces cálidas, diferentes...si estoy en algún lado y oigo una voz que me gusta necesito ver la cara. Pero hay un detalle que siempre busco y pocas veces encuentro, la verdad. Eso sí cuando lo veo, centro toda mi atención y todos estos detalles que he comentado son secundarios, lo encuentro y pienso, alguien como yo. Soy zurda, sí, muy, muy zurda.

Noche de mujeres


Tengo una casita imaginaria, que es perfecta, es de madera, con una chimenea, rodeada de pura naturaleza. Muy simple, muy sencilla pero también muy alegre, porque me gustan los colores vivos. No sé cuántas personas caben en ella, porque nunca la he visto llena. Cuando no me gustan los lunes, me agobian los jueves, me molesta el color del miércoles, la tristeza del martes, el escándalo del viernes, el olor del sábado y la pasividad del domingo me voy a mi casita, que siempre tengo algo que hacer. En este mundo maltratado es bueno tener un lugar donde no hayan penas, ni malas noticias y mucho menos prisa. Por eso cuando entro, dejo caer todo en el suelo y respiro hondo porque una vez que pasas dentro, sucede todo con mucha calma. Y cuando miro por la ventana sé cuándo tengo que empezar en la cocina, sobre la horabaixa en la que entra bien una taza de caldo. Enciendo la chimenea, pongo música-Norah Jones-a mi aire, preparando todo para una noche de mujeres, sí, porque a veces creo que soy como una especie de mujer mutante entonces por eso y por ese aspecto que llevo otras tantas como...alegre ma non troppo, ¡esa es la expresión!, solicito una noche de mujeres, como mujeres abandonadas en una isla, mujeres con carácter y buen humor. Hay cojines en el suelo, una pipa para fumar, una tetera, música muy variada, el ambiente ideal para contar historias y más cosas aunque no sean precisamente secretos a oscuras. Sólo pasarlo bien. Las espero aquí, en mi casita imaginaria con mi vida de bohemia. No hace falta que toquen, pasen.

Entre estímulos y máscaras


El día era frío, avisaron por la radio de posible tormenta. Carmen desayunaba en la cocina con la mirada fija en la pared. Buscaba algo diferente, lo encontró y antes de experimentar pensaba en los consejos que le dieron sus amigos. Pedro, por ejemplo, se lo recomendó porque era algo nuevo y sí, diferente...dijo que sintió mucha estimulación, que tenía que ir. En cambio Sonia le dijo que lo pensara bien, porque ella al día siguiente acabó su relación con Luis, una relación de ocho años, aunque no se mostraba dolida y arrepentida tampoco, pero reconoció que para ella después no fue fácil. Lo pensó bien, con la mirada fija en la pared y el folleto entre sus manos, se inclinó sobre la mesa y lo puso encima, cogió el teléfono y marcó.

- Sí, quiero el color violeta y naranja. A las nueve, muy bien. Hasta luego.

En la cara principal del folleto había una máscara de Venecia, en su interior tres preguntas que invitaban a la lectura; "¿Usted domina su mente o su mente le domina a usted?, ¿son psicológicos los estímulos?, ¿la sexualidad condiciona el ser?", a continuación un párrafo que resumía el tema y en la otra hoja una serie de instrucciones. Se trataba de un estudio que realizaban un grupo de psicólogos y sociólogos sobre el dominio de la mente, los estímulos externos y la sexualidad, la cual se cuestionaba desde varios puntos de vista en ambas ramas.
Carmen cogió el folleto una noche que salió de marcha con Pedro, Sonia y Luis, le llamó la atención la máscara y todo lo demás. Era un encuentro en el que no se conocía la identidad y el sexo de las otras personas. Había que cumplir dos normas, la primera que una vez que se entraba en el local no se podía retroceder y la segunda que sólo podían llevar tres prendas; una máscara, una capa con capucha y unos guantes. El único contacto que tenían era el contacto visual, sólo ese. Los participantes se reunían en una sala y cada uno de ellos debía elegir o ser elegido a través del contacto visual, llegado un momento en una habitación debían intercambiar sus datos de forma escrita sin descubrir el sexo de cada uno ni facilitar ningún tipo de información que confirmara cualquier sospecha. El final llegaba cuando uno o los dos participantes decidían desvelar su identidad. Podían hacerlo completamente o quitando sólo una prenda. El análisis empieza cuando los participantes abandonan los estímulos externos y entran en contacto con la realidad, los nuevos sentimientos que esta les proporciona y su modo de actuar, pensar y decidir.
Carmen estaba preparada en la entrada esperando que le abrieran la puerta con la máscara, los guantes y la capa violeta y naranja como la pidió por teléfono. Caminó por un pasillo hasta llegar a un salón donde estaban los demás, el decorado era bastante original. Habían colores, muchos colores por las diferentes capas y una variedad de máscaras muy llamativas. A Carmen la envolvió enseguida el ambiente creado por la música, las luces, la mezcla de aromas...observó a su alrededor, todos los que allí estaban se comportaban de una manera diferente, eso le llamó mucho la atención, los gestos delicados, los movimientos sutiles, todo dentro de un coqueteo, complicidad y erotismo que no era nada vulgar. Al cabo de un rato alguien se dirigió hacia Carmen con la que empezó a intercambiar todo un ritual de gestos y miradas, lo único que sabía era que sus ojos eran verdes. De pronto se acercó alguien que se encargaba de pasar a los dos participantes a una habitación. Carmen aceptó la invitación y caminó hasta que atravesaron la puerta y está se cerró lentamente.
El domingo por la mañana sonó el teléfono sobre las nueve, Carmen respondió con voz aún dormida:

-¿si...?, hola, ¿qué tal?, bien...mmmmm, la verdad que muy bien, me gustó mucho...no sé, estaba un poco nerviosa cuando entré pero una vez que estaba dentro fue otra cosa, me llamó mucho la atención cómo estaba decorado y no esperaba que hubiera tanta gente. Sí, verdes...ufff, ni siquiera sé por dónde empezar, no sé cómo explicarlo, ¿si lo hubiera hecho sin la máscara?...mmmm, creo que no. Me sentí muy segura con la máscara, lo más seguro es que no. Sí, le gusté, le gusté mucho...pues no lo sé, no lo sé, ¿miedo?, no. No es miedo, pero no sé qué pasará, aún estoy pensando en todo, por Pedro que me lo recomendó. Deberías, la tengo aquí, cuando termina todo te lo quedas claro, sí. Bien, vale, hasta ahora.- Al terminar la conversación se abrazó a la almohada mientras miraba la máscara que aún sonreía.

nota: la idea de este post viene de un fragmento de la película Eyes Wide Shut.

Sobre teclas

Me hallo en un espacio rectángulo y siempre me encuentro contigo, es curioso. No sé muy bien qué puedo decir pero siempre estás ahí para cualquier palabra. Y sé que me miras, que algo quieres saber sobre mí. Hay una conexión, un espacio compartido en el que mis palabras acarician tu mente, tus ojos me miran y seguirán haciéndolo hasta el final de cada una de ellas, puedo ser tan variable como cada una de ellas, tengo muchos nombres, adjetivos, etc...puedo ser maravillosa y también mediocre, pero estoy aquí, contigo. Dime cuántas cosas quieres saber, aprovecha porque eres libre para imaginarme y mientras esto dure, seguiré siendo un conjunto de palabras sobre teclas.

Tres lunares

En el retiro de tu pecho,
despacio los observé a los tres,
y después de un año hecho,
vuelven a ser libres otra vez.
Yo fui el centro de los tres,
los tres más queridos,
al derecho y al revés,
bajo mi mano escondidos.
Eran tres lugares,
bien cubiertos, bien destapados
con formas peculiares,
que pedían besos delicados.
Dieron uno, dos y tres besos,
repartidos como manjares,
mis labios amantes como presos,
dedicados a tres lunares.

Con el mar


En la playa sola con el mar relajado y azul, muy azul. Escucho las gaviotas y las olas que rompen en la orilla, alguna que otra me regala conchas que voy colocando a mi lado. Sé que me las llevaré a casa. Mis manos las entierro en la arena, poco a poco y dejo que el mar las limpie. Con tantas conchas casi puedo hacer un marco para un cuadro y en su interior espero encontrar algo que no tenga y de lo que yo misma sea creadora. Con mi dedo escribo palabras que no se llevarán el viento, sino el mar. Escribo una lista de cosas agradables, porque las hay, la observo. Recojo las conchas una a una y antes de irme, espero la próxima...después de varias olas, se lleva mi lista y el mar ha crecido un poco más.

madrid con minúsculas

madrid te escribo muy sorprendida por la gente que te rodea...cuántas canciones he escuchado que hablan de ti, de Greta y los Garbo, de Fito Páez, de Shakira, etc., y no es poca la fama que alrededor de ti gira con la movida madrileña. Yo quiero creer que el madrid de hoy no tiene nada que ver con el de esa época que muchos recuerdan con emoción y nostalgia. Se dice de los madrileños que son muy chulos, que ante un tropiezo con alguien en vez de decir perdón dicen qué pasa contigo. A la hora de generalizar bien sabemos que todas las comunidades tienen un rasgo típico, aunque después sea como una caja de bombones en la que puedes probar el mejor o el peor bombón. Sé que en el momento de hablar de la gente de Madrid, hay madrileños y madrileños, por supuesto. Pero a medida que ha pasado el tiempo me siento bastante conmovida por el racismo con el que me he encontrado, ya sea por parte de madrileños, catalanes, gallegos, lo que sean y de donde sean. Hablo de un racismo absurdo, descarado con pocos escrúpulos y bastante desprecio, que no logro entender si pienso en madrid como capital, como centro por el que van y vienen personas muy diferentes, tan diferentes como los lugares de los que provienen. El lado más absurdo viene de quienes intentan justificarlo cuando dicen "yo no soy racista, pero..."- empeorándolo aún más aparte de afirmar lo que son muchos de ellos, simplemente unos racistas. Lo más grave es que incluso hay niños que participan de él haciendo burla con un dedo acusador a los guanaminos, panchitos, sudacas, chigüacas...como los llaman aquí, es realmente triste. Te confieso que sigo disfrutando de la libertad de la que gozo en esta ciudad y del encanto que me ofrece parte de su espacio, de cada rincón...pero lo que peor llevo es esto, los días que abro el balcón para observarte y me llega ese olor tan desagradable a racismo y a fachas, ese olor no lo soporto.

Peponita y la cocina



Después de mucho tiempo, una tarde viendo como pasaba el día sin hacer nada, empecé a pensar sobre las cosas que más me gustan y al cabo de un rato, supe que lo que más me gusta es cocinar...y a medida que ha pasado el tiempo reconozco que tengo mis pequeñas manías, por ejemplo, una de ellas son los cuchillos. Me gustan grandes y, sobre todo, que corten bien. Y a pesar de tener aparatos eléctricos que me ahorran mucho trabajo y tiempo, prefiero hacerlo con mis propias manos, cortar la cebolla o los ajos, la carne, me gusta agruparlo todo en un plato y observar el contraste de colores. Pero lo que más me gusta es cuando lo echo todo a la sartén, como va cambiando de color, el olor, el sabor, ¡me encanta la cocina! Quienes me conocen bien, saben que esto es cierto y que en la cocina, ¡mando yo!

BE


...que te quiero más que a nadie y más que a nada, como dice la canción de Joan Manuel, pero soy así, no me gusta que me digan lo que tengo que hacer y tampoco que me controlen, siento rechazo por las condiciones, no aguanto las presiones y no tolero los chantajes. Aquí estoy, terminando un vestido de palabras vacías, defectos y lecciones que se contradicen. No tengo otra forma de explicarlo, porque es tan simple como sumar dos y dos o cerrar los ojos para dormir. Me gusta sentirme libre, y soy así con toda mi integridad, no te debo nada, porque las decisiones son únicas como lo son todas las personas. No preguntes por qué soy así porque no llevo puesto el blanco fácil, seré salvaje como un lobo. Mientras esté aullando a la luna, piensa, piensa hasta que llegues al agotamiento mental...pero te lo puedo poner más fácil a pesar de saber como te gusta lo complicado, resulta que tú eres el extremo B, yo soy el extremo E y lo que pasa entre ellos es que no tienen nada que ver. Se tocaron una vez con la yema de los dedos y se miraron a los ojos, pero nada más. Más que a nadie y más que a nada.

Un día cualquiera...

Hoy como otro de tantos días me he sentado para escribir y relajarme un poco...hay días que me siento y me dejo llevar, a veces me da resultado y otras considero que es necesario pensar, hacer un esfuerzo. Pero hoy he hecho las dos cosas, por ejemplo, ahora mismo me estoy dejando llevar, sentada en esta silla a la 1.11, siento los párpados un tanto caídos por el sueño. No ha sido un mal día...


( momento de evasión )


...Ya he vuelto, he hecho un recorrido del día después de llegar a la conclusión de que no ha ido mal y-estoy pensando-que me apetece beber una cocacola, pero luego no dormiré...esta noche parece que va a llover... si te dijera que me apetece hacer el amor.

La verdad

Me gustaría encontrar la verdad y sostenerla en mi mano por un segundo para que veas qué forma tiene, porque esto puede ser verdad o verdad puede ser esto; que no quiero plantearme nada sobre ella...no quiero saber si es verdad o no, porque puede ser muy transparente y también muy oscura, puede ser justamente una verdad o retorcida como un tornado, puede calmar la herida abierta o evitar que algún día pueda cerrarse, puede ser lo que digas tú o lo que crea yo, tal vez no tiene medidas o yo no sé medirla por más que la rodeo, está fuera escrita en un libro que nadie nunca ha leído o dentro de la mente más pertubarda, en tú boca o en la mía libre para expresarse, se puede oír pero no se quiere escuchar, una verdad diplomática y otra hipócrita, puede ser un acierto o el peor de los errores, puede ser relativa o absoluta, ¿verdad?...

La bruja


Ocurre siempre por la noche, da igual el día, da igual la estación, tampoco hay una hora concreta y nunca avisa. Sabes cuando está cerca de ti o cuando está a punto de rodearte, en ese instante en el que el cielo es azul, azul oscuro en el que sólo te acompañan la luna y las estrellas estás tranquilamente paseando con la perra, pensando en tus cosas, en lo que harás al día siguiente o en lo que te apetece comer y, de repente, llega. En invierno ocurre con más frecuencia, justo cuando el viento arrastra las hojas por la calle, los árboles se agitan y el polvo se levanta, sabes que está ahí...miras a tus espaldas por si la ves, pero no hay nada, miras para otro lado esperando encontrarla, esperando verla, tú estás lejos de casa y ella muy cerca. En verano lo sabes, porque llega de la misma manera, si duermes te echas la sábana por encima porque sabes que está ahí, sientes un escalofrío y puedes estar en la hora de sueño profundo que te despertarán, ¿quiénes?, los perros. Dicen que los perros la huelen y a ellos tampoco les gusta, por eso ladran, ladran enfadados, inquietos, excitados... Estés donde estés, cuando los perros ladren de esa forma, debes saber que es la hora de la bruja, pero nunca la verás.
pd: este post se lo dedico a mi hermano Igor.

Gritar


Hoy no pararía de gritar, hasta que no aguante el dolor de mi garganta, hasta que no vea los cristales rotos, hasta rajar el cielo y sentir el miedo alrededor...gritar, gritar y gritar, hasta que eche toda la rabia hacia fuera.

Sofía


Sofía es compleja, pero no por esto deja de ser útil y a pesar de esa cualidad es una incomprendida…hace varios años, para muchos era una amenaza y para unos pocos un apoyo de peso considerable con un punto de rebeldía e inconformismo. En mi opinión necesaria para todos y a medida que ha pasado el tiempo, hoy estoy más convencida. La conocí hace once años, entonces su personalidad abstracta y mi curiosidad hizo que nos diéramos la mano. Reconozco que no es fácil, pero también admito que una vez que te acercas y comprendes su base después es difícil alejarse, es continuo aprendizaje. Sofía es…como un libro abierto en el que nunca llegas al final y sobre esto se basa el aprendizaje, sobre historia, ética, estética, política, todo el Conocimiento que implica un duro ejercicio para la razón; pensar. Pero siempre puedes llegar más allá, yo lo hice. Llegué a dudar de quién era, también me sentí perdida y decidí dejarme llevar por ella, con preguntas, con errores, con juicios, con decisiones, hasta que empecé poco a poco a descubrirme, a saber quién soy, a saber dónde estoy y, sobre todo, a saber lo que quiero. Todavía somos pocos los que nos reunimos con ella, más que nada porque sigue siendo una incomprendida pero no por ella en sí sino porque esa mayoría no comprende un conocimiento tan abstracto basado en el hecho de pensar. A medida que voy avanzando siempre hay algún momento en el que estoy a punto de perderme, es ahí cuando la busco y me sorprende que aún tenga tantas cosas por enseñarme. Si no fuera por ella yo no sabría que la quiero, porque en realidad la necesito. Mi (filo) Sofía.

Sobresalto


Seguramente a todo/as les ha pasado más de una vez lo que narro a continuación. Es ese momento en el que estás disfrutando de un sueño agradable, profundamente dormido/a y de repente das un salto en la cama buscando la hora, desubicado/a durante unos segundos piensas que se te ha hecho tarde para ir a trabajar, hasta que reaccionas y te das cuenta de que es domingo...¡qué alivio! hoy es tu día libre, no hay prisas ni preocupaciones laborales, puedes disfrutar de la cama, de tu sueño y sobre todo, de un ratito más.

El ascensor




Me gusta mucho el ascensor, pero no porque me ahorre el esfuerzo de subir las escaleras sino porque lo considero una prueba social que en algunos casos puede ser tan divertida como violenta. Ese espacio, que la mayoría de las veces suele ser reducido (a excepción de los que tienen cierto lujo), en el que sin saber por qué extraña razón yo no puedo hablar de temas trascendentales como puedo ser capaz, sino de cosas breves, por ejemplo, del tiempo y si estoy de buen humor dejo caer un qué tal, alguna vez observo lo que hace la persona que está a mi lado, observo como asciendo, observo cuántas personas caben y también el peso máximo, entonces me pregunto cuánto pesaré, me arreglo un poco el pelo o suspiro hondo como si al abrirse la puerta me esperara un club de fans...esto cuando voy acompañada, porque cuando voy sola es otro tema. Sigue siendo un espacio reducido, pero aprovecho con mi intimidad reducida también, para mirarme en el espejo y luego observo cuál es mi lado bueno de la cara, me pongo de un lado, me pongo del otro hasta que me doy cuenta de que mi lado bueno es el izquierdo, le sonrío al espejo, me peino, observo como asciendo, tal vez me coloco la braga que me lleva molestando desde mucho antes, vuelvo a mirarme en el espejo y me peino de nuevo, me miro los dientes, también la nariz para asegurarme, bostezo como una leona, sonrío y a veces pienso qué guapa estoy hoy o también qué mala cara tengo hoy...hasta que llego a mi piso y entonces cuando se abre la puerta tropiezo con alguien, a quien le echo mi mejor sonrisa y le digo con simpatía hola, qué tal.
pd: y no lo he contado todo, todo, eh!

Compañera


Desde el primer momento que la vi estuve varios días pensando qué debía hacer, indecisa, me debatía con el sí o el no y en realidad no era tan difícil, pero sabía que estar con ella implicaba cierto aprendizaje. Al final, me dejé llevar por mi lado optimista que se impulsó por un "¿y por qué no?" y fui a por ella. No me lo creía, morena y con una voz preciosa, era imposible no escucharla cuando hablaba, tenía muchas cosas que decir, pero no sería fácil. Todo a su ritmo. Desde ese momento me encanta tenerla entre mis brazos, acariciarla, escucharla, abrazarla...mi querida guitarra.

A las cinco de la tarde


En ese momento en el que me miras, te correspondo con cierta complicidad y picardía, mientras lo haces disfruto de ese instante con una sonrisa sin apartar la mirada y cada vez hay más tensión, más curiosidad, más ganas de saber...de saber qué estaré pensando, pero si te pusieras en mi lugar y observaras algunos detalles, sabrías con facilidad lo que más me apetece a las cinco de la tarde, sabrías que mi mirada, mi sonrisa, mi complicidad y picardía no quieren otra cosa sino un buen café.

En dos extremos


A veces creo tener los pies incrustados en el suelo, otras bailo con el viento a su ritmo sin preocuparme por nada.
A veces disfruto del día desde que el cielo amanece azul, otras me peleo con mis sábanas de un lado a otro como si tuviera una tormenta en mi propia cama.
A veces hay cosas que no quiero oír, otras hago preguntas evidentes porque quiero escuchar la respuesta que me hace sonreír.
A veces tengo miedos como una niña que se enfrenta a la oscuridad, otras me siento tan fuerte que soy capaz de desafiar con la mirada sin tener en cuenta mi pequeña estatura.
A veces hago confesiones que alivian el sentido de culpa, otras confieso mis propios secretos ante el reflejo de mi espejo.
A veces estoy muy cerca de saber muchas cosas, tanto como el mar y la arena. Otras muy lejos tanto como la luna y la tierra, de encontrar una respuesta.
A veces me envuelvo en la música para ser la nota perdida, otras me incluyo en la rutina que se deja llevar por la inercia.
A veces soy alguien que sigue las normas, otras soy una salvaje que tiene por normas mis propios sentimientos.
A veces necesito mil palabras para explicar lo más sencillo, otras ante lo más difícil elijo el silencio como mejor respuesta.
A veces olvido que reírse de mí misma no es malo, otras recuerdo que llorar es necesario.
A veces me siento sola porque necesito querer, otras necesito la soledad para quererme.
A veces no quisiera despertar de sueños maravillosos, otras busco con angustia la salida de mis pesadillas.
A veces regalo abrazos con los que respiro hondo, otras soy una estatua rígida y fría ante abrazos necesarios.
A veces me siento muy especial, otras quisiera ser una más.
A veces quiero llegar más allá, otras admito que
hasta aquí es suficiente.

Con las manos en los bolsillos

"Me quedé de pie observando como se alejaba y en ningún momento miró para atrás, cada vez más lejos...y yo allí quieta formando parte de la rutina del lunes, siendo tan vulnerable en ese instante me dejé envolver por el ruido y fui una más en aquel espacio, lo acepté guardando mis manos en los bolsillos. Había un señor en un banco junto a una señora, él miraba la vida con la barbilla apoyada en su bastón y ella lo miraba en silencio, entonces me pregunté ¿qué es exactamente querer?...seguí caminando."

Famobil


Hoy me planto aquí para mostrar mi lado más infantil y recordar con nostalgia esa etapa que todos hemos echado de menos algún día o en algún momento. Esa en la que éramos libres de preocupaciones y obligaciones, cuando queríamos ser mayores y decidir solitos a qué hora irnos a la cama, a qué hora podíamos llegar de pasear, en qué podíamos gastarnos quinientas pesetas o enfadarnos con el mundo porque nadie nos entendía, compartir (también se puede decir copiar) tarea, hacer cosas que se confiesan con el paso de los años, disfrutar las tardes de verano, ver los anuncios de la tele para escoger el regalo de navidad, ser la reina de la casa el día de tu cumple, simplemente ser niño y crecer...seguramente ya sabes de lo que hablo. Te diré algo, yo estaré siempre muy agradecida con mi juguete favorito y es que sucedió hace mucho tiempo que ese juguete me dejó creer que yo soy todo lo que quiera ser. Sí, sucedió hace mucho tiempo que siendo pequeña me visitaba todas las noches un fantasma de sábana blanca con una cadena pero yo no tenía miedo porque era un fantasma bueno, incluso me hacía reír. Siendo adolescente fui canguro de dos niños, Miguel y Carmen, eran hermanos muy opuestos, él muy delicado y ella muy independiente. Tal vez por ellos construí un parque para jugar, lo quería con colores diferentes y siempre estuvo lleno de la alegría propia de los niños. Más tarde me fui al pueblo en el que llevé una granja, aún recuerdo el olor del establo, la paja y también los caballos, el sonido de la fuente y el agua fresca. Acabó el verano y empezó mi responsabilidad como profesora de EGB, enseñar y aprender correctamente es una de las tareas más estimulantes por las que he pasado. Para seguir evolucionando trabajé, después de varios años, en un hospital como enfermera. Fue una etapa dura. Después de ésta era necesario un cambio, así que decidí apostar por mi propio restaurante, disfrutar de la comida e infinidad de sabores para el paladar, aquí conocí a muchas personas como Ricardo y Laura con los que salía los fines de semana. Recorrimos muchos kilómetros en aquel descapotable con tapicería de cuero envejecido y a través de tantas aventuras conocí también a Rosa y Ana con su caravana amarilla, con la que pudimos ampliar viajes y conocimiento... son muchas anécdotas que contar y lo sabrán quienes lo hayan tenido en sus manos y todavía hoy tengan alguno expuesto en su habitación como un clásico. Ahora que lo pienso sucedió concretamente cuando fui Famobil.

¡Por nosotras!


Por Venus y su esencia permanente, por Almudena y su conocimiento transmitido, por Sandra y su optimismo, por Alicia y su medida educación, por Rosi y su encanto, por Beatriz y su personalidad con mayúsculas, por Luci y su sencilla participación, por Sara (gor) y su objetividad, por Vanesa y su carácter incondicional, por Natalia y su empatía, por Sandra (hermana) y su sentida vitalidad, por Sara y su responsabilidad, por Mónica y su prudente inteligencia, por Ángeles y su dinamismo, por Tati y su espíritu especial, por Viqui y su cordialidad, por Pili y sus sabias palabras, por Paqui y su admirado coraje, por Olga y su psicología, por Natalia y su naturalidad, por Silvia y su saber estar, por Esther y su espontaneidad, por Natalia y su amable atención, por Ruth y su discreta diplomacia, por Marlene y su tranquila presencia, por Marta y su rápido aprendizaje, por Rocío y su alegría, por Jennifer y su escondida madurez, por Belu y su transparencia...por todas las que somos, por lo que es cada una, por tener un hueco en el calendario y por ser mujer, ¡Feliz día a todas!

Madrid

Llegaron los 27 y con ellos muchas preguntas sin respuestas (otra vez), muchas preguntas sin respuestas y un gran paso, mi vida en Madrid. Ese mismo tan odioso para unos, tan queridos para otros y en general el centro para todos.

Mi vida en Madrid empezó el 4 de Octubre del año pasado, concretamente un jueves. Ese día, yo era una más con ese acento que no todos pillan muy bien, porque más de una vez me han preguntado si soy argentina, nada que ver con los chicharreros, pero siempre acabo respondiendo con media sonrisa y la aclaración pertinente-soy de Tenerife-luego viene esa misma expresión y reacción de “nada que ver”…el caso es que hay opiniones de todo tipo y se admiten todas las que quieran ante este hecho, tal vez una locura, un acto valiente, una decisión poco meditada, mucha suerte, algo temporal, por amor, por mí, por un cambio, lo que quieran. A todas puedo responderle lo mismo y tan solo una vez; estoy aquí. Es momento de conocer Madrid, parte de su encanto que me conmueve y con el que coqueteo mientras camino por calles ruidosas invadidas de personas con mucha prisa entre las que me incluyo, aunque no tenga verdaderamente un motivo para andar rápido. Y...quisiera expresar de forma correcta qué quiero aquí y ahora, es extraño que no logre encontrar y ordenar las palabras, incluso escribiendo que es algo que me encanta. Hay personas que se quedan bloqueadas con una pregunta tan sencilla como ¿qué quieres en tu vida o qué esperas de ella?...yo entiendo que pueda pasar cuando lo piensas demasiado, tampoco es una pregunta para responder con rapidez. Su respuesta debe ser meditada, al menos si el objetivo es conseguir que las palabras y los actos estén coordinados, aunque también hay respuestas muy breves y generales, por ejemplo, podría resolver la pregunta respondiendo quiero ser feliz, pero ese objetivo es el más perseguido por todos. Si reflexionamos un poco y vagamente sobre la Felicidad, se plantea otra pregunta cómo ( puedo) ser feliz, tal vez sea ésta la gran pregunta. En cualquier caso, aunque soy muy dada a la reflexión y al hecho (complejo) de cerrar cada una de ella con una conclusión (que no siempre es la más adecuada), esta vez he decidido recurrir a la música ya que es algo que influye tanto en el estado de ánimo para bien o para mal, ¿por qué no dejarse llevar?...me apetece compartirlo con todas aquellas personas que se sienten bloqueadas o sorprendidas cuando no obtienen una respuesta, las animo a escuchar esta canción y quienes se sientan identificadas con ella y encuentren su respuesta o, por lo menos, sepan por dónde buscarla ya habrán dado un primer paso. Disfruta…