Noche de mujeres


Tengo una casita imaginaria, que es perfecta, es de madera, con una chimenea, rodeada de pura naturaleza. Muy simple, muy sencilla pero también muy alegre, porque me gustan los colores vivos. No sé cuántas personas caben en ella, porque nunca la he visto llena. Cuando no me gustan los lunes, me agobian los jueves, me molesta el color del miércoles, la tristeza del martes, el escándalo del viernes, el olor del sábado y la pasividad del domingo me voy a mi casita, que siempre tengo algo que hacer. En este mundo maltratado es bueno tener un lugar donde no hayan penas, ni malas noticias y mucho menos prisa. Por eso cuando entro, dejo caer todo en el suelo y respiro hondo porque una vez que pasas dentro, sucede todo con mucha calma. Y cuando miro por la ventana sé cuándo tengo que empezar en la cocina, sobre la horabaixa en la que entra bien una taza de caldo. Enciendo la chimenea, pongo música-Norah Jones-a mi aire, preparando todo para una noche de mujeres, sí, porque a veces creo que soy como una especie de mujer mutante entonces por eso y por ese aspecto que llevo otras tantas como...alegre ma non troppo, ¡esa es la expresión!, solicito una noche de mujeres, como mujeres abandonadas en una isla, mujeres con carácter y buen humor. Hay cojines en el suelo, una pipa para fumar, una tetera, música muy variada, el ambiente ideal para contar historias y más cosas aunque no sean precisamente secretos a oscuras. Sólo pasarlo bien. Las espero aquí, en mi casita imaginaria con mi vida de bohemia. No hace falta que toquen, pasen.

Entre estímulos y máscaras


El día era frío, avisaron por la radio de posible tormenta. Carmen desayunaba en la cocina con la mirada fija en la pared. Buscaba algo diferente, lo encontró y antes de experimentar pensaba en los consejos que le dieron sus amigos. Pedro, por ejemplo, se lo recomendó porque era algo nuevo y sí, diferente...dijo que sintió mucha estimulación, que tenía que ir. En cambio Sonia le dijo que lo pensara bien, porque ella al día siguiente acabó su relación con Luis, una relación de ocho años, aunque no se mostraba dolida y arrepentida tampoco, pero reconoció que para ella después no fue fácil. Lo pensó bien, con la mirada fija en la pared y el folleto entre sus manos, se inclinó sobre la mesa y lo puso encima, cogió el teléfono y marcó.

- Sí, quiero el color violeta y naranja. A las nueve, muy bien. Hasta luego.

En la cara principal del folleto había una máscara de Venecia, en su interior tres preguntas que invitaban a la lectura; "¿Usted domina su mente o su mente le domina a usted?, ¿son psicológicos los estímulos?, ¿la sexualidad condiciona el ser?", a continuación un párrafo que resumía el tema y en la otra hoja una serie de instrucciones. Se trataba de un estudio que realizaban un grupo de psicólogos y sociólogos sobre el dominio de la mente, los estímulos externos y la sexualidad, la cual se cuestionaba desde varios puntos de vista en ambas ramas.
Carmen cogió el folleto una noche que salió de marcha con Pedro, Sonia y Luis, le llamó la atención la máscara y todo lo demás. Era un encuentro en el que no se conocía la identidad y el sexo de las otras personas. Había que cumplir dos normas, la primera que una vez que se entraba en el local no se podía retroceder y la segunda que sólo podían llevar tres prendas; una máscara, una capa con capucha y unos guantes. El único contacto que tenían era el contacto visual, sólo ese. Los participantes se reunían en una sala y cada uno de ellos debía elegir o ser elegido a través del contacto visual, llegado un momento en una habitación debían intercambiar sus datos de forma escrita sin descubrir el sexo de cada uno ni facilitar ningún tipo de información que confirmara cualquier sospecha. El final llegaba cuando uno o los dos participantes decidían desvelar su identidad. Podían hacerlo completamente o quitando sólo una prenda. El análisis empieza cuando los participantes abandonan los estímulos externos y entran en contacto con la realidad, los nuevos sentimientos que esta les proporciona y su modo de actuar, pensar y decidir.
Carmen estaba preparada en la entrada esperando que le abrieran la puerta con la máscara, los guantes y la capa violeta y naranja como la pidió por teléfono. Caminó por un pasillo hasta llegar a un salón donde estaban los demás, el decorado era bastante original. Habían colores, muchos colores por las diferentes capas y una variedad de máscaras muy llamativas. A Carmen la envolvió enseguida el ambiente creado por la música, las luces, la mezcla de aromas...observó a su alrededor, todos los que allí estaban se comportaban de una manera diferente, eso le llamó mucho la atención, los gestos delicados, los movimientos sutiles, todo dentro de un coqueteo, complicidad y erotismo que no era nada vulgar. Al cabo de un rato alguien se dirigió hacia Carmen con la que empezó a intercambiar todo un ritual de gestos y miradas, lo único que sabía era que sus ojos eran verdes. De pronto se acercó alguien que se encargaba de pasar a los dos participantes a una habitación. Carmen aceptó la invitación y caminó hasta que atravesaron la puerta y está se cerró lentamente.
El domingo por la mañana sonó el teléfono sobre las nueve, Carmen respondió con voz aún dormida:

-¿si...?, hola, ¿qué tal?, bien...mmmmm, la verdad que muy bien, me gustó mucho...no sé, estaba un poco nerviosa cuando entré pero una vez que estaba dentro fue otra cosa, me llamó mucho la atención cómo estaba decorado y no esperaba que hubiera tanta gente. Sí, verdes...ufff, ni siquiera sé por dónde empezar, no sé cómo explicarlo, ¿si lo hubiera hecho sin la máscara?...mmmm, creo que no. Me sentí muy segura con la máscara, lo más seguro es que no. Sí, le gusté, le gusté mucho...pues no lo sé, no lo sé, ¿miedo?, no. No es miedo, pero no sé qué pasará, aún estoy pensando en todo, por Pedro que me lo recomendó. Deberías, la tengo aquí, cuando termina todo te lo quedas claro, sí. Bien, vale, hasta ahora.- Al terminar la conversación se abrazó a la almohada mientras miraba la máscara que aún sonreía.

nota: la idea de este post viene de un fragmento de la película Eyes Wide Shut.

Sobre teclas

Me hallo en un espacio rectángulo y siempre me encuentro contigo, es curioso. No sé muy bien qué puedo decir pero siempre estás ahí para cualquier palabra. Y sé que me miras, que algo quieres saber sobre mí. Hay una conexión, un espacio compartido en el que mis palabras acarician tu mente, tus ojos me miran y seguirán haciéndolo hasta el final de cada una de ellas, puedo ser tan variable como cada una de ellas, tengo muchos nombres, adjetivos, etc...puedo ser maravillosa y también mediocre, pero estoy aquí, contigo. Dime cuántas cosas quieres saber, aprovecha porque eres libre para imaginarme y mientras esto dure, seguiré siendo un conjunto de palabras sobre teclas.