Keep out!

Hay una parte de ti con la que no me siento segura, a pesar de aprender a respetarla, lo cual  no me resulta fácil porque tiene cierto atractivo. Tú lo sabes y yo también, además estoy convencida de que es el mejor lugar para guardar secretos, aunque esos secretos sean los mejores besos. Y tú siempre me adviertes del peligro que tiene por su profundidad y siento curiosidad, porque alguna vez que lo he bordeado me ha parecido oír el eco de mis palabras. Es bueno dejarse llevar cuando no hay ningún riesgo, pero si lo hay, habrá que arriesgarse, pero ¿cómo sabré que estarás ahí?. En un momento de pasión, lujuria y desenfreno, si caigo en la profundidad, ¿cómo sabré que vendrás a buscarme?...el riesgo es tan grande como él, con eso de que no te gusta tocarte el ombligo pueden pasar años esperándote.

La educación

La profesión de la enseñanza es una de las profesiones que más veces ha llamado mi atención. Creo que enseñar implica además de un amplio conocimiento cierta responsabilidad para con el alumno. Fui estudiante de la enseñanza general básica, en un colegio público, ubicado todavía en el barrio que crecí. Tuve profesores que poseían un gran conocimiento de la asignatura que impartían y sabían cómo transmitirlo al alumno, también tuve otros que a la hora de enseñar sabían hacerlo con disciplina, la cual resultaba a veces más dura que el propio contenido de la asignatura, pero garantizaba el éxito del aprendizaje.
La etapa del instituto la realicé a través de la enseñanza secundaria obligatoria, que para mí ha sido lo peor que hay en la educación, sin embargo aquí también disfruté de buenos profesores. Recuerdo uno en particular que en relación a su materia, que era Sociología y Antropología, nos enseñó muy poco pero en relación a valores y principios morales, muchísimo. Tal vez era por el acento de su voz, por la inquietud de sus manos o por la reflexión que hacía en voz alta frente a nosotros mientras fumaba un cigarro en el despacho departamental, ya que era una asignatura optativa y éramos pocos alumnos. Más tarde nos confesó que él estaba licenciado en Filosofía y Sociología. Luego entendí el por qué de aquellas reflexiones, que para mí nunca pasaron desapercibidas.
La etapa de la facultad significó un cambio muy brusco, tanto en el contenido de las materias como en la forma de estudiar y también en los profesores. Aquello era diferente, se respiraba la libertad y la tolerancia de la se es consciente de forma inconsciente el primer año de carrera. Habían profesores que sabían transmitir un conocimiento muy abstracto de una forma tan sencilla que casi podías masticarlo y habían otros que su modo de enseñar era frágil, superficial y a veces incluso egocéntrico, entonces el conocimiento no llegaba igual. En mis años de estudiante de alguna forma aprendí a valorar la calidad de los buenos profesores y eso no solo te permite ser más receptivo a cualquier conocimiento, sino también valorar quién no es un buen profesor.
Y hoy que estudio un ciclo de grado medio, creo que no hay nada peor para aprender, que tener un profesor que no disfruta al cien por cien de su trabajo o que el conocimiento que puede enseñar lo manipula. Entonces recuerdo aquella clase magistral de la facultad con la profesora de Historia de la Filosofía cuando dijo "la enseñanza está destinada al fracaso".