Es cierto que en los tiempos que corremos, las redes sociales son necesarias, aunque tal vez es conveniente en algún momento plantearse para qué las vamos a utilizar, analizar la parte positiva y negativa de las mismas. Hay opiniones para todos los gustos, porque por ejemplo, en Facebook tú serás siempre el responsable de los amigos que aceptas y agregas, igualmente lo serás de los datos que quieras mostrar y compartir, ya que hay opciones que te permiten hacerlo de forma pública, solo con tus amigos o tu familia, etc., como también existe la opción de eliminar los compañeros, los comentarios, las fotos, las publicaciones con las que no estés de acuerdo, es decir, existe la posibilidad de limitar, más o menos tu espacio, pero la pregunta que me planteo varias veces es, ¿cuál es su verdadero objetivo?. Siempre es una sorpresa encontrar a alguien de la infancia, del trabajo, de la facultad, de otro lugar...con el que hace mucho tiempo que has perdido el contacto, como también lo es el que esa misma persona tenga relación con otra, que a su vez conoce a otra y así pueden coincidir x-número de personas. Somos capaces de agregarlas por diferentes razones, pero no somos capaces de saber algo de todas las personas que agregamos...¿curioso verdad?, porque volvemos al mismo punto, seguimos sin tener relación con algunas de ellas, solo tenemos un contacto más con su información. Nos hemos convertido en un número más. Lo que al principio es una alegría, una sorpresa, en las que puede haber verdadero interés o simple curiosidad que unas veces trasciende a vínculos afectivos, a relaciones formales... otras veces, sin embargo, se pueden transformar en dependencia, que poco a poco, trascienden en una especie de facevoyeurismo...¿dónde acaba el simple interés por saber de alguien y dónde empieza el observador obsesivo?. Aunque su utilidad no se limita solo a la vida personal, puesto que hay infinidad
de temas que se pueden encontrar y en los que se puede participar marcando
un simple "Me gusta", su uso puede convertirse en un arma de doble filo para las relaciones personales, ya que aunque somos responsables de ese espacio, de alguna forma ofrecer un poco el día a día, compartir un momento determinado, implica perder algo de intimidad y también de libertad. Un pequeño escenario de nuestra vida, y es aquí donde me planteo otra pregunta, ¿somos personas o actores?. Con frecuencia se entra en una dinámica en la que predomina el "buen rollito", no hay mucho espacio para las emociones o estados naturales como el miedo, la tristeza, la angustia, la decepción, etc., es como si no formaran parte de la persona, o peor aún, algo que nos convierte en menos humanos, es como si no se supieran tratar dichas emociones y estados. Ante el contraste entre la realidad y este espacio, no parece muy difícil perder la esperanza en las relaciones auténticas.
Es importante valorar la forma de interactuar en ese espacio y tener muy claro cuál es su utilidad, no olvidar que la persona que hay al otro lado, es simplemente otro ser humano y que esto implica tener cosas buenas y malas, tener más o menos problemas y sobre todo, tener una vida. No se puede mezclar la realidad con ese espacio, en el que la mayoría de las veces es fácil dejarse llevar por las propias proyecciones, de las que nos creamos expectativas y prejuicios, que tal vez fuera no se cumplan. Y no se puede trasladar a la realidad lo que hay en ese espacio, en el que tan solo mostramos una parte de lo que somos, pero no todo lo que somos o podemos ser. Esa mezlca que parece tan inofensiva me lleva a plantearme varias preguntas, ¿qué buscamos en el facebook?, ¿puede el facebook condicionar las relaciones personales?, ¿esperamos encontrar en estas relaciones la pseudorealidad del facebook?, ¿qué somos capaces de ofrecer fuera del facebook?, ¿somos nosotros mismos en la realidad o nos esforzamos por mantener lo que ofrecemos en el facebook?, ¿sabemos relacionarnos sin él?, ¿acelera el facebook las relaciones personales?...