El frío por fin se ha decidido a entrar por cualquiera de las calles por las que ando con paso ligero y yo lo he recibido contenta, sonriente a pesar de alguna ráfaga que me despeina siempre un poco más, pero no importa, sentir el aire frío en las manos, en la cara y estar protegida contra él es algo que me encanta. De hecho me cambia bastante el humor. Caminando observé la carretera mojada, los edificios, el cielo gris, el ruido de los árboles...así iba esta mañana, alternando mis pasos por la acera para no tropezarme con ningún paraguas y al pasar junto a una farmacia, vi que el techo estaba decorado con luces. Entonces vino a mi mente un huracán de recuerdos relacionados con la navidad...
"...tal vez eran las seis o las siete de la tarde, ya estábamos todos en casa. El árbol estaba encendido y muy decorado, como nos gusta, de todos los colores y con muchas figuritas. Al lado de la puerta de la terraza por la que entraba un aire frío de invierno mezclado con olor de lluvia y tierra, ese chipi-chipi. Mamá hacía algo en la cocina, papá estaba en el taller, no logro recordar dónde y qué hacían exactamente Sandra (la mayor) y Alicia (la tercera mayor), pero sé que yo estaba con Igor (el pequeño) y Paco (mi mellizo).
Estábamos jugando con Iván (el segundo mayor) que salía de la ducha envuelto en su toalla para vestirse en el cuarto. Nosotros lo vimos pasar y empezamos a llamarlo "hilivan" (y este nombre tenía algo que ver con un muñeco de músculos espectaculares), él siguió como si no escuchara nada, pero recuerdo que de repente nos asustó a los tres, porque salió disparado del cuarto persiguiéndonos por toda la casa con la toalla en la espalda como si se tratara de una capa y él como si se hubiera convertido en un "hilivan" de verdad, nosotros empezamos a correr para escondernos, para ponernos a salvo y con el susto llegó el corre, corre, también las risas y con ellas los nervios y con estos el ruido hasta que escuchamos a Mamá:
- ¡niños, se acabó!.- Con ese tono que ella tenía, que permitía la fiesta pero hasta cierto punto.
Entonces como niños que éramos, no hacíamos tanto ruido pero la fiesta seguía y aquel "hiliván" se ponía serio, tendía su toalla y nos picaba el ojo.
Sí, tengo conciencia de estos recuerdos, de lo que representa cada uno de mis hermanos para mí en cada uno de ellos. Recuerdo cómo le enseñaba a Ali a preparar un café con leche en mi cocinita y como era mi cocinita yo mandaba, y le decía que primero se ponía el azúcar y luego el café y esa era nuestra discusión. Recuerdo ver a Sandra hacer una bota de punto de cruz y la curiosidad que nos hizo sentir por saber cuándo la acabaría para ponerla en la pared. Recuerdo enseñarle a Mamá cuál era el playmobil que quería y hablar con Paco e Igor de todos los regalos. Los días que ahora pasan volando, por aquellos años para mí eran larguísimos, no veía que llegara el día de Reyes para quitar la sábana que cubría todos los regalos sobre la mesa. El plan era levantarme a las seis, ir a buscar a Igor con mi linterna de madera que me hizo mi padre y ver todos los regalos. Con el paso del tiempo, era más difícil conseguir que se levantaran los tres chicos, hasta llegué a hacerles chantajes, yo les ponía el desayuno si se levantaban, ¡yo quería abrir todos mis regalos y por ellos cualquier cosa!."
Me sentí muy emotiva porque cuando me entretengo con tantos recuerdos y además muy buenos, siento un amor inmenso por cada uno de ellos. De repente miré el reloj y supe que llegaba tarde al trabajo diez minutos, entonces volví a mi paso ligero, seguí alternando cada uno de ellos para no tropezar con nadie, con el aire frío, las manos protegidas en los bolsillos de la chaqueta, el protector labial...y una sonrisa en la cara. Que poco falta para la Navidad.
pd: este post lo dedico con mucho Amor a mis hermanos.