La bruja


Ocurre siempre por la noche, da igual el día, da igual la estación, tampoco hay una hora concreta y nunca avisa. Sabes cuando está cerca de ti o cuando está a punto de rodearte, en ese instante en el que el cielo es azul, azul oscuro en el que sólo te acompañan la luna y las estrellas estás tranquilamente paseando con la perra, pensando en tus cosas, en lo que harás al día siguiente o en lo que te apetece comer y, de repente, llega. En invierno ocurre con más frecuencia, justo cuando el viento arrastra las hojas por la calle, los árboles se agitan y el polvo se levanta, sabes que está ahí...miras a tus espaldas por si la ves, pero no hay nada, miras para otro lado esperando encontrarla, esperando verla, tú estás lejos de casa y ella muy cerca. En verano lo sabes, porque llega de la misma manera, si duermes te echas la sábana por encima porque sabes que está ahí, sientes un escalofrío y puedes estar en la hora de sueño profundo que te despertarán, ¿quiénes?, los perros. Dicen que los perros la huelen y a ellos tampoco les gusta, por eso ladran, ladran enfadados, inquietos, excitados... Estés donde estés, cuando los perros ladren de esa forma, debes saber que es la hora de la bruja, pero nunca la verás.
pd: este post se lo dedico a mi hermano Igor.

Gritar


Hoy no pararía de gritar, hasta que no aguante el dolor de mi garganta, hasta que no vea los cristales rotos, hasta rajar el cielo y sentir el miedo alrededor...gritar, gritar y gritar, hasta que eche toda la rabia hacia fuera.

Sofía


Sofía es compleja, pero no por esto deja de ser útil y a pesar de esa cualidad es una incomprendida…hace varios años, para muchos era una amenaza y para unos pocos un apoyo de peso considerable con un punto de rebeldía e inconformismo. En mi opinión necesaria para todos y a medida que ha pasado el tiempo, hoy estoy más convencida. La conocí hace once años, entonces su personalidad abstracta y mi curiosidad hizo que nos diéramos la mano. Reconozco que no es fácil, pero también admito que una vez que te acercas y comprendes su base después es difícil alejarse, es continuo aprendizaje. Sofía es…como un libro abierto en el que nunca llegas al final y sobre esto se basa el aprendizaje, sobre historia, ética, estética, política, todo el Conocimiento que implica un duro ejercicio para la razón; pensar. Pero siempre puedes llegar más allá, yo lo hice. Llegué a dudar de quién era, también me sentí perdida y decidí dejarme llevar por ella, con preguntas, con errores, con juicios, con decisiones, hasta que empecé poco a poco a descubrirme, a saber quién soy, a saber dónde estoy y, sobre todo, a saber lo que quiero. Todavía somos pocos los que nos reunimos con ella, más que nada porque sigue siendo una incomprendida pero no por ella en sí sino porque esa mayoría no comprende un conocimiento tan abstracto basado en el hecho de pensar. A medida que voy avanzando siempre hay algún momento en el que estoy a punto de perderme, es ahí cuando la busco y me sorprende que aún tenga tantas cosas por enseñarme. Si no fuera por ella yo no sabría que la quiero, porque en realidad la necesito. Mi (filo) Sofía.

Sobresalto


Seguramente a todo/as les ha pasado más de una vez lo que narro a continuación. Es ese momento en el que estás disfrutando de un sueño agradable, profundamente dormido/a y de repente das un salto en la cama buscando la hora, desubicado/a durante unos segundos piensas que se te ha hecho tarde para ir a trabajar, hasta que reaccionas y te das cuenta de que es domingo...¡qué alivio! hoy es tu día libre, no hay prisas ni preocupaciones laborales, puedes disfrutar de la cama, de tu sueño y sobre todo, de un ratito más.

El ascensor




Me gusta mucho el ascensor, pero no porque me ahorre el esfuerzo de subir las escaleras sino porque lo considero una prueba social que en algunos casos puede ser tan divertida como violenta. Ese espacio, que la mayoría de las veces suele ser reducido (a excepción de los que tienen cierto lujo), en el que sin saber por qué extraña razón yo no puedo hablar de temas trascendentales como puedo ser capaz, sino de cosas breves, por ejemplo, del tiempo y si estoy de buen humor dejo caer un qué tal, alguna vez observo lo que hace la persona que está a mi lado, observo como asciendo, observo cuántas personas caben y también el peso máximo, entonces me pregunto cuánto pesaré, me arreglo un poco el pelo o suspiro hondo como si al abrirse la puerta me esperara un club de fans...esto cuando voy acompañada, porque cuando voy sola es otro tema. Sigue siendo un espacio reducido, pero aprovecho con mi intimidad reducida también, para mirarme en el espejo y luego observo cuál es mi lado bueno de la cara, me pongo de un lado, me pongo del otro hasta que me doy cuenta de que mi lado bueno es el izquierdo, le sonrío al espejo, me peino, observo como asciendo, tal vez me coloco la braga que me lleva molestando desde mucho antes, vuelvo a mirarme en el espejo y me peino de nuevo, me miro los dientes, también la nariz para asegurarme, bostezo como una leona, sonrío y a veces pienso qué guapa estoy hoy o también qué mala cara tengo hoy...hasta que llego a mi piso y entonces cuando se abre la puerta tropiezo con alguien, a quien le echo mi mejor sonrisa y le digo con simpatía hola, qué tal.
pd: y no lo he contado todo, todo, eh!

Compañera


Desde el primer momento que la vi estuve varios días pensando qué debía hacer, indecisa, me debatía con el sí o el no y en realidad no era tan difícil, pero sabía que estar con ella implicaba cierto aprendizaje. Al final, me dejé llevar por mi lado optimista que se impulsó por un "¿y por qué no?" y fui a por ella. No me lo creía, morena y con una voz preciosa, era imposible no escucharla cuando hablaba, tenía muchas cosas que decir, pero no sería fácil. Todo a su ritmo. Desde ese momento me encanta tenerla entre mis brazos, acariciarla, escucharla, abrazarla...mi querida guitarra.